México y Filipinas, historia común de dos hermanos en el Pacífico

Por Amapola Nava
Ciudad de México. 9 de diciembre de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Hace 452 años, desde las costas del actual estado de Jalisco, en lo que ahora se conoce como Barra de Navidad, zarpó una expedición de unos 500 hombres que culminó con la conquista de Filipinas. Como resultado, durante dos siglos y medio la Nueva España y Filipinas estuvieron bajo el mismo bloque de dominio de la monarquía hispana, lo que las llevó a compartir la misma lengua, religión y una diversidad de prácticas culturales.

El resultado de este intercambio se aprecia claramente en el país asiático, que ha incorporado en su identidad elementos como el maíz, el cacao o la piña. Pero también pueden observarse en la nación mexicana, en donde productos como el mango manila, el tamarindo y la palma de coco, son percibidos como propios por muchos habitantes del país, pero en realidad provienen de Filipinas.
Con el propósito de exponer las afinidades que estas dos naciones comparten, recuperar del olvido su historia común y recobrar los lazos que alguna vez unieron a estas culturas, fue presentado, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL), el libro México y Filipinas: culturas y memorias sobre el Pacífico.

El mensaje del libro es mostrar, con un lenguaje ameno, todos los intercambios exitosos que existen entre ambas naciones, explica Paulina Machuca, y narra cómo la primera vez que fue a Filipinas se sorprendió por la enorme cantidad de similitudes entre los países, al observar que las frutas, las verduras, algunas bebidas, incluso la veneración por la virgen de Guadalupe, eran características compartidas.
“Existe una historia común que no está en nuestra memoria actual, que se borró en el tiempo y que existe mucho antes que Manny Pacquiao”, comentó la investigadora del Colmich.
¿De Filipinas o de México?
El intercambio entre México y Filipinas se realizó de manera intensa durante más de 250 años gracias al tránsito del Galeón de Manila, que cruzaba la enormidad del océano Pacífico para cambiar la codiciada plata mexicana por los tesoros del continente asiático.
Este intercambio material y cultural siguió su curso hasta 1821, año en que la Independencia de México dio pie a que Filipinas transitara del dominio del virrey de la Nueva España al control directo de España.
Pero esta separación no eliminó los rasgos que las naciones habían compartido por más de dos siglos. Y las naciones siguen compartiendo rasgos importantes.

Paulina Machuca expuso el ejemplo de la tuba, bebida fermentada elaborada a partir de la palma de coco, que los habitantes del estado de Colima consideran como originaria de su región y la han incorporado a su identidad, pero cuya técnica de elaboración fue importada de Filipinas.
Algunos de estos casos han llevado a verdaderas controversias, como el del mango manila, especie por la que se ha disputado la denominación de origen entre los países.
El intercambio en el idioma fue también significativo, pues en Filipinas pueden escucharse comúnmente palabras en español, pero también en lenguas originarias, como el náhuatl.
Por otra parte, en México empleamos palabras que provienen del país asiático, como ejemplo está el caso de “bolo”, que utilizamos para referirnos al puñado de monedas lanzado por el padrino de algún evento.
Otros ejemplos de objetos son los llamados cristos negros, o las imágenes de marfil que pueden encontrarse en el Museo Soumaya, en la Ciudad de México, detalló Víctor Kerber Palma, presentador de la obra.
“El rebozo de seda, tan característico de la indumentaria mexicana, tiene una fuerte influencia filipina en su diseño y elaboración. También está el caso de la guayabera, prenda que tiene una versión casi idéntica en Filipinas”.
Reencuentro

El libro toca la historia de bronce entre Filipinas y México, pero trata de concentrarse en reconocer la herencia mutua que persiste hoy en día en ambos países.
Para Thomas Calvo, editor de la obra, acercarse académica y políticamente a Filipinas es de gran trascendencia, pues considerando las nuevas perspectivas de relación con los Estados Unidos es necesario generar nuevas alianzas económicas y culturales.
El investigador recordó que en 1564 se pensó que Filipinas podía ser la puerta hacia China, y el día de hoy en verdad se presenta como una opción para diversificar las relaciones del país.
Sin embargo, Thomas Calvo opina que el acercamiento económico todavía no es algo fácil, pues Filipinas y México no son economías complementarias, y al generar productos similares no pueden satisfacer por completo sus demandas mercantiles.
A pesar de ello, ambos países pueden obtener beneficios de sus posiciones geográficas y generar una plataforma en que toda América Latina pueda acercarse, primero, a los mercados del sudeste de Asia y luego a China y a Japón. Después de esto, es posible que las economías comiencen a volverse complementarias, comenta el investigador del Colmich.
“Es preciso volver a recobrar los lazos que una vez unieron nuestras culturas y con ello empezar a escribir la segunda parte de esta historia”, concluye Paulina Machuca.
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